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¿Me amas?

¿Me amas?

Esta pregunta surge dentro de los noviazgos y dentro del matrimonio de vez en cuando, especialmente desde las muejres; muchas veces surge como una pregunta que busca la reafirmación de esa convicción que como miembros del matrimonio debemos recibir de nuestra pareja, y otras surge como una duda natural por la falta de expresión de amor que le esta haciendo falta a nuestra pareja con nosotros. Eso motiva la pregunta ¿me amas?

Esta pregunta en si misma, sin importar la naturaleza con la que fluyo dentro de un momento dado entre la pareja, es una pregunta que debemos responder todos los días dentro de nuestro matrimonio; si la respuesta que damos a ella nos convence y si por el contrario, no nos convence a nosotros mismos, debemos ponerla siempre en nuestro devocional como un motivo de oración.

¿Por qué debemos orar para responder la pregunta? Porque como miembros de un matrimonio bendecido por Dios, tenemos una responsabilidad delante de Dios donde cada uno tiene un mandato que cumplir. Y es solo en oración como podemos ver que nos hace falta y que estamos haciendo bien.

 

Esposos

[qodef_blockquote text=»Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella. (Efesios 5:25 NVI)» title_tag=»h2″]

Como esposos tenemos un mandamiento dado por Jesús a través de Pablo en efesios 5:25 y en colosenses 3:19, donde Pablo exhorta en sus cartas a ambas iglesias, a que como esposos amemos a nuestras esposas. En ambos contextos la exhortación se basa en lo mismo y solo tiene una variación. En el caso de efesios nos exhorta a dar nuestra vida por nuestras esposas como Cristo dio su vida por la iglesia; en el caso de colosenses la exhortación es a no ser duros con ellas.

Si analizamos ambos versículos podemos extraer que existe un mismo mandamiento con dos responsabilidades, dos maneras de mostrar nuestro amor hacia nuestras esposas, dos convicciones que debemos desarrollar cada día.

¿Qué es dar la vida por nuestra esposas?

En sentido literal es morir si es el caso por nuestra esposa; pero en el caso espiritual es morir a nuestro yo, a nuestro ego, a nuestro machismo y a la cultura con la que nos han encasillado que el hombre trabaja y la esposa hace oficio en la casa, a morir a la mentira de creer que la crianza le corresponde solo a la esposa y nosotros somos los proveedores del dinero.

Nuestro trabajo es un regalo de Dios, y si nosotros queremos ser instrumento de bendición en nuestro hogar, Dios nos usará para tal fin; porque, esposos, no olvidemos que si nosotros faltamos Dios ha prometido que él será el esposo de la viuda, la desamparada y la divorciada, así que no somos indispensables en ese sentido para nuestro matrimonio.

Dar la vida por tanto es entregarnos como sacrifico vivo para Dios, y ser el instrumento que Dios quiere que seas dentro de tu matrimonio, otorgando seguridad espiritual, material y emocional, tanto a tu esposa como a tus hijos. Es dejar tu pasado y lavar los pies de quien Dios te dio como muestra de su  favor hacia ti. (Proverbios 18:22 NVI).

¿Qué es no ser duros con ellas?

Como esposos debemos reconocer que no somos multi tarea como nuestra esposas; ellas tienen la capacidad de hacer muchas cosas al mismo tiempo, y eso en ocasiones puede llevar a diferencias en el matrimonio donde nos exaltamos, exasperamos y agotamos; eso nos lleva a responder con aspereza a nuestra esposas, a tratarlas con mucha indiferencia y con una rudeza típica del macho que llevamos por dentro.

Si a lo anterior le sumamos las múltiples responsabilidades de nuestro trabajo, las relaciones no tan fáciles con nuestros familiares y las tantas cosas que nos ocupan y cargan, eso va a producir en nosotros el agotamiento que hace que respondamos con dureza a nuestra esposa, produce en nosotros una sobre carga emocional que nos impide ayudar en la casa o atender a nuestros hijos, y de eso es lo que se trata de no ser duros con ellas.

También no ser duros con ellas es ponernos en sus zapatos, comprender que ellas llevan muchas responsabilidades: el esposo, el hogar, los hijos y en nuestros tiempos el trabajo. Como hombres solo tenemos nuestra esposa y el trabajo, y cuando hay el equilibrio correcto, los hijos. No ser duros implica ayudar en el hogar, atender a nuestros hijos, ayudar a nuestra esposa a compartir la responsabilidad del hogar.

Otra forma de no ser duros con ellas, es respetar su papel como ayuda idónea, como consejera en esos momentos difíciles, no ignorando que ellas también son hijas de Dios, y que son sensibles a la Palabra. Así como una mujer fue usada para dar a luz el Hijo de Dios, puede ser usada por Dios, para interpretar la Palabra y dar el consejo oportuno.

La forma en la que damos respuesta a la pregunta, por tanto, es dando cada día nuestra vida por ellas, tratándolas con respeto, escuchándolas, ayudando en el hogar y prestándole atención a nuestros hijos. Darles el tiempo que necesitan para descansar de sus múltiples responsabilidades. Mostrando con nuestros actos que nos importan, que son valiosas y que apreciamos el favor que hemos recibido de Dios (Proverbios 18:22 NTV).

¿Me amas? claro que si
¿Me amas? claro que si

Esposas

Tanto Pedro como Pablo hablaron de la forma en la que mostramos amor hacia nuestros esposos, con sometimiento. Tal vez la palabra sometimiento no es muy aceptada o reconocida de forma positiva, pero en los párrafos siguientes tratare de explicar que significa y como podemos ponerla en practica en nuestro matrimonio.

Sometimiento

[qodef_blockquote text=»verbo pronominal. Aceptar (una persona) la autoridad o la voluntad de otra persona, generalmente sin oponer resistencia.»]

En Efesios 5:22 NVI y colosenses 3:18 NVI Pablo exhorta a las esposas a someterse a los esposos con relación a nuestro Señor. En el caso de Pedro en 1 Pedro 3:1 NVI el mandamiento es en relación a un buen testimonio dentro del matrimonio. Pasemos a desarrollar estos tres versículos de acuerdo al contexto dentro del matrimonio.

«Someterse como al Señor» (Efesios 5:22 NVI): En este caso Pablo nos exhorta como esposas, a reconocer que Dios le dio a nuestros esposos autoridad dentro de nuestro matrimonio; que lo puso por cabeza de nuestro hogar. Pero comprendamos bien la Palabra, la autoridad no es para mandar, o decir «aquí mando yo», se trata de servir, como lo hizo nuestro señor Jesús, lavando los pies (Juan 13:12-17). Cuando reconocemos la autoridad de nuestro esposo comprendemos mejor nuestro papel como esposas.

«Someterse como conviene en el Señor» (colosenses 3:18 NVI): En este caso Pablo nos exhorta como esposas a someterse como conviene; hay una leve diferencia con respecto a efesios, y es que aunque reconocemos la autoridad en nuestros esposos, reconocemos también que somos ayuda idónea, por tanto sabemos que nuestros esposos necesitan consejo, porque no son perfectos, y nosotras podemos tener esa sensibilidad para dar el consejo oportuno que les permita tomar las decisiones apropiadas en nuestro hogar.

Como testimonio (1 Pedro 3:1 NVI): Sabemos que no todos los esposos son creyentes y sometidos a Dios, y nosotras como esposas estamos llamadas a ser ese testimonio inmediato que presente al Dios misericordioso, amoroso y perdonador; a testificar la Palabra que transforma el corazón más duro. Ese testimonio es el que responde a la pregunta inicial: ¿me amas?, porque, como dice el versículo, se trata de que crean por lo que hacemos y no por lo que decimos («… puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras»).

Como esposas damos respuesta a la pregunta, reconociendo la autoridad en nuestros esposos, siendo la ayuda idónea que Dios nos llamo a ser, y testificando con nuestros actos el amor de Dios.

¿Me amas?

Ahora que ya tienes una forma practica de responder a esta pregunta cada día, qué otras formas se te ocurren en las que podemos responder esta pregunta. Déjanos saber en los comentarios que formas tienes de responderle a tu pareja esta pregunta.

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