El perdón es esencial en la vida del creyente; sin embargo para entender porque fuimos perdonados por Dios debemos saber en que hemos fallado.
El significado original (etimológico) de la palabra pecado es «errar el blanco», «tropezar», «cometer una falta». Entonces, pecado es todo aquello que se aparta de lo correcto y justo, que nos lleva a cometer una falta o a tropezar. Esto quiere decir que cuando pecamos no acertamos o nos desviamos de lo que hubiera sido correcto hacer. El concepto de pecado en la Biblia se refiere a quebrantar o transgredir la ley de Dios.
En 1 Juan 3:4 dice: Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley.
Nos gusta pensar que somos buenos y justos, pero en nuestro interior sabemos que cometemos errores e injusticias. Mentimos y causamos dolor a otros por causa de nuestro egoísmo. La Biblia llama a esto pecado, errar en el blanco.
Tristemente, primero Eva y después Adán, escogieron desobedecer a Dios y hacerle caso a la serpiente (el diablo). Este acto marcó la ruptura de la amistad especial que ellos habían disfrutado con Dios hasta ese momento. El hombre cedió a su ambición de ser como Dios menospreciando así la relación tan especial que había disfrutado hasta entonces.
¿Qué significa eso para nosotros? Que ese acto de desobediencia abrió la puerta para que el pecado formara parte de nuestras vidas. Desde entonces, todos hemos nacido con la tendencia a desobedecer o hacer lo incorrecto delante de Dios.
Sin embargo, él ha provisto la manera de reconciliarnos para restaurar nuestra relación con él.
¿Cómo se recibe el perdón de Dios?
- Confesar los pecados: Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.(1 Juan 1:9) Lo primero es expresar y reconocer las cosas malas que hemos hecho, decirlas a Dios. Él conoce todo y ya lo sabe. Pero nosotros necesitamos aceptar en humildad delante de él que le hemos fallado y que hemos hecho cosas que van en contra de su deseo para nosotros.
- Arrepentirse: El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.(2 Pedro 3:9) No basta con confesar y reconocer las cosas malas que hemos hecho. ¡Necesitamos arrepentirnos! Cuando nos arrepentimos expresamos el dolor que nos causa ver los errores que hemos cometido y eso nos impulsa a hacer los cambios necesarios para comenzar a actuar como Dios quiere.
La oración de arrepentimiento del pecador para recibir a Cristo se hace una sola vez, pero el creyente aprovechará el perdón de Dios cada día de su vida. La advertencia del Señor de que busquemos el perdón cada día es un recordatorio para que confesemos nuestros pecados y nos alejemos de ellos.
En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento (Efesios 1:7-8).
La sangre que Jesús derramó en la cruz fue el precio que él pagó para que nuestros pecados fueran perdonados. Él nos redimió, nos rescató y no somos más esclavos del pecado.