Está misma pregunta se la han realizado ellos muchas veces, y cuando pensaron en hacer un blog que ayudara a las personas solteras, casadas, divorciadas, separadas o en unión libre, a tener un matrimonio sano conforme a la Palabra de Dios, fueron descubriendo, a través de su historia la respuesta.
Diana Y Felipe son una pareja que tiene 16 años desde el primer día en que cruzaron sus primeras palabras; de esos años que han pasado de la primera conversación, un año ha sido de novios, 2 años han sido de vivir juntos, (¡Si en unión libre!) y 13 años de casados por la iglesia cristiana; ellos han sido dos personas que siempre tuvieron inquietud sobre los matrimonios, tal vez en principio por la historia de sus padres (no se las van a contar en este blog, tan solo apartes); pero no solo es la historia de sus padres, es también la misma historia que ellos han vivido.
Felipe y Diana se conocen en momentos difíciles de su vida, ambos acababan de terminar sus noviazgos, y tenían el corazón agotado emocionalmente. Ambos ya conocían de Cristo y su salvación, pero su relación con Dios no era más que un estatus social y no una relación profunda; ambos, agotados, comienzan una amistad sin intenciones más profundas, pero como dicen en Colombia: Dios los crea, y ellos se juntan; los dos fueron conociéndose poco a poco, hasta que llego un punto donde sus sentimientos empezaron a cambiar de amistad a «amor».
Luego de un tiempo de conocerse, se dan su primer beso, algo más apasionado y menos romántico en un lugar llamado «La Combinación Perfecta» (Dios haciendo de las suyas); luego de ese beso comienzan una relación que no se oficializa sino hasta las pocas semanas, más por Diana quien no quería una amistad con derechos, porque Felipe no quería comprometerse por miedo a salir herido de nuevo.
Al principio la relación era seria, dentro del marco cristiano, pero las presiones de este mundo fueron mermando ese compromiso cristiano y lo convirtieron en un compromiso pasional; pasan del noviazgo sano al noviazgo con intimidad sexual, y luego se sumergen en una serie de decisiones fuera de la Palabra de Dios, viene la unión libre.
Esos dos años de unión libre no fueron malos, pero hubo dificultades para que ambos se entregaran de lleno a una relación que tuviera la connotación de «hasta que la muerte los separe». no se han apartado del todo de los caminos de Dios, pero su compromiso con Dios sigue siendo nominal; había oración pero no constante, asistencias a la iglesia solo cuando se podía y no con compromiso. Pero llego ese punto de quiebre donde nada funciona en el entorno de la pareja en unión libre: baja provisión económica, trabajos esporádicos, discusiones fuertes, malos entendidos, celos y empieza a resquebrajarse el compromiso entre los dos, pero no el amor que se tienen, y es así que deciden orar como nunca y deben tomar una decisión profunda y radical: separarse o casarse. Fue esta segunda opción la que tomaron.

Una vez casados no todo es color de rosa, pero es preciso contar que Diana se sintió más segura, Felipe más amado y ambos asumen una mayor responsabilidad con su relación de pareja. Empiezan a crecer en su relación con Dios y es cuando empiezan a aflorar los dolores del pasado en su rutina diaria, la semilla sembrada de la fornicación y de la unión libre, lo que los lleva a buscar la sanidad de su pasado y su presente. Y es ese proceso que hacen en su iglesia, con sus amigos y en su relación de intimidad con Dios durante los 13 años de matrimonio, lo que están plasmando en este blog, como testimonio y ayuda a las parejas para tener un matrimonio sano.
Hoy Diana y Felipe son una pareja diferente, con dos hijas preciosas fruto del proceso de sanidad y restauración que ejecutaron en sus vidas a través de su relación con Dios y su crecimiento como matrimonio.
Espero haberte respondido la pregunta de ¿Por qué ellos? o ¿nosotros?